Conjunto Histórico
Naturaleza y cultura se funden de un modo ejemplar en Castaño del Robledo. Su privilegiada situación en el seno de la Sierra de Aracena, envuelta entre una tupida vegetación en la que destaca por abundante el castaño, junto a un entramado urbano en el que se apretujan cientos de casas, ejemplos de la arquitectura popular de la zona, hacen de Castaño del Robledo un modelo de integración humana en el paisaje. Además de los usos del campo, mayoritariamente centrados en el cultivo del castaño cuyo fruto alimenta su apreciada cabaña porcina, y de pequeñas huertas que surten a la economía doméstica, el castañero ha sabido erigir un pueblo compacto y sereno asentado en la fortaleza de su caserío.
Los 13 kilómetros cuadrados de su término municipal ocupan un lugar especial en el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Es el pueblo de mayor altitud de la provincia de Huelva, por encima de los 700 metros sobre el nivel del mar, y cuenta con una de las cotas más elevadas de la Sierra, el Cerro del Castaño o Riscos Altos con 962 metros sobre el nivel del mar. En esta altura se conserva un pequeño bosque de roble melojo, una especie que antaño dominaba la zona y que paulatinamente fue sustituido por el castañar.
En paralelo, su fisonomía arquitectónica le da la réplica a su esplendor natural. El núcleo urbano principal, el que se despliega a partir de la Plaza del Álamo, y el barrio del Calvario, fue declarado por Real Decreto Conjunto Histórico-Artístico en el año 1982 pasando a considerarse como Bien de Interés Cultural, una denominación que la Junta de Andalucía ha mantenido calificándola de Conjunto Histórico, aunque delimitándola según una Resolución de septiembre de 2006.
La arquitectura civil y religiosa de Castaño del Robledo presenta varios hitos destacados. En primer lugar, el impresionante caserío, con inmuebles de gran porte levantados a partir del Renacimiento, cuando se constituyó el núcleo poblacional, hasta nuestros días; también un buen número de fuentes públicas situados en los ensanches de calles como las de La Mazorca o la del Barrio, y una plaza de toros abandonada fechada a mediados del siglo XIX.
Y, en segundo lugar, las iglesias de Santiago el Mayor o Apóstol, cuya construcción posiblemente a finales del siglo XVI se atribuye a la iniciativa del célebre humanista Benito Arias Montano, y de El Monumento o iglesia Inacabada, que empezó a construirse a finales del siglo XVIII para pocos años más tarde detenerse las obras sin que jamás se finalizaran.
Junto a éstas, a las salidas del pueblo y en los caminos hacia las poblaciones vecinas, se encuentran varios 'humilladeros', datados algunos en el siglo XVIII.